viernes, 20 de agosto de 2010

Yo tampoco quiero ser mexicano

#yoconfieso


El ridículo sentimiento nacionalista me llevó a una de las peores decisiones en mi vida: irle a las chivas. Ese orgullo por seguir a un equipo de puros mexicanos me ha traído más decepciones que alegrías. Las cuentas son claras y escasas. A mis casi 34 años tan sólo los he visto alzar el trofeo en tres ocasiones: 1987, 1997 y 2006. Sí, se trata de un equipo que gana un título cada diez años; en lugar de chivas, se podrían llamar los cometas o el eclipse: un fenómeno que ocurre muy, pero muy de vez en cuando. Por si fuera poco, dos de estos tres campeonatos los ha obtenido en torneos cortos, con lo que en seis meses ya es otro el monarca y otros los que festejan. Con todo y eso, a las chivas se les sigue considerando el equipo más popular de México y es de hecho el que más títulos ha obtenido. La cifra no espanta a nadie: 11 campeonatos. Para muestra, veamos algunos ejemplos internacionales. El Real Madrid tiene 31, el Milán 17, el Boca Juniors 23 y el Manchester United 18. Y ya ni contemos sus logros internacionales, porque entonces esto acabará en tragedia.


#másjodidoqueyo


El consuelo está en el enemigo. Atlas, el odiado rival de la ciudad, sólo tiene un campeonato conseguido en la lejanísima década de los 50 del siglo pasado.


#cábala


El fanatismo es una de las cosas más absurdas que puede haber. Creerle a la suerte es renunciar al talento. Me encuentro a Chava en la red y le pregunto: “¿Dónde el fut?”, “En el Zacarías”. La idea me parece mala porque en ese bar ya había sufrido dos derrotas del rebaño. Sugiero otra opción, pero mi amigo me reprocha: “No exageres, eso qué tiene que ver”, “La cábala es la cábala mi shavis”, “No mames, padrino”. Acaba el primer tiempo y ganamos 1-0. Golazo del Bofo. Acaba el segundo tiempo y nadie festeja nada. Perdimos 2-1. “Te dije que en este bar pierden, no sé por qué vine de nuevo”. “La cábala es la cábala, padrino, tenías razón”.


El torneo pasado el rebaño arrancó con ocho victorias consecutivas. Vi todos los partidos en el mismo televisor y recostado en el mismo sofá. Para el noveno, el trabajo me obligó a ausentarme. Terminaron goleados por un equipo mediocre. La cábala es la cábala. El no tener cable en casa me obliga a buscar un bar o invadir la casa de un amigo acaudalado. Pero como es la final, será mejor la segunda opción, pues puedo convivir con hermanos chivas. Si ganamos, todos a celebrar y mostrar el júbilo del rebaño.

#dejavú


Ya recordé el bar de la suerte. Es uno muy pambolero donde vi triunfos chivas y hasta la coronación puma, equipo que me gusta sólo por el uniforme. Decido ir solo, aunque de último minuto se suman dos amigas que les importa más el alcohol que el resultado. La historia es casi una calca. Acaba el primer tiempo y ganamos 1-0. Acaba el partido y perdemos 3-2. Otra derrota lamentada por una horda de derrotados. No habrá festejo en ninguna parte, así que más valdrá embrutecernos en cualquier parte para olvidar que ya no nos gusta ser mexicanos.


#looser


Simulo aventarme desde lo alto antes de largarnos de ese bar. Luego, ya en el auto, finto con abrir mi puerta y aventarme al pavimento. Mi depresión es oficial, según yo, cosa que agrada a mis acompañantes mujeres quienes me dan razones para no suicidarme. “Hoy quiero estar en el antro, no en un funeral, no mames”, dice una, “no vamos a perder el tiempo llamando a una ambulancia, paquito, ni se te ocurra”, dice la otra. Hemos abandonado el primer refugio porque toda la música es reggaetón. #asco. Mejor iremos a uno céntrico. Se llama La Taberna. #gato. En otras circunstancias me opondría: sus fieles son la gente más vulgar de esta ciudad, pero hoy estoy deprimido y no me importa. En el trayecto pienso en que México nunca gana nada. Con rarísimas excepciones, todo en nuestra historia es una pinche derrota. Si con echarle ganas bastara…


No sé cuántas horas han pasado, pero he bebido al menos tres litros de cerveza y volví a fumar. Estoy sobre la silla del apestoso bar y bailo una canción pop. Muevo mis caderas de manera bestial y le sonrío a una mujer que minutos antes me había reclamado: “Tú nunca me saludas, eres bien mamón y fresa”. Esa mujer no ha sido favorecida por el Creador, sin embargo, es hora de que conozca el placer de los placeres. Le propongo, discretamente, huir de ese figón y refugiarnos en mi habitación, donde nadie nos moleste.


#No!!!


Despierto con un zumbido en mis oídos y con la cabeza a punto de explotar. Mis sábanas apestan a tabaco rancio y el reloj marca las 10 am. Mi recuerdo apunta a la proposición indecorosa. Tiemblo, me niego a voltear y encontrarme con ese bodrio en mi cama. Cierro los ojos y extiendo el brazo con la esperanza de no encontrar ningún cuerpo. Qué alivio. A veces la sensatez tiene cabida en un rostro despreciable.

3 comentarios:

Paty Cortés dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Salvador Munguía dijo...

Padrino,por fin te diste cuenta que las chivas es la selecciòn mexicana en club,osea, la derrota andante. Pero no te desanimes, yo le voy a los canarios del morelia, que en quiensabecuantosaños, han ganado un puto campeonato. Pero Cristo vino una vez, y ve cuantos seguidores tiene.
PD:Para la prox vez te quieras arrojar de un auto, no lo dudes.
PD.2: De cabala, por què no usaste esos calzoncillos de trusa atiguerados que tanto presumes en las fiestas gay a las que acudes.

Anónimo dijo...

Ahijado, tú eres el que asistes en tanga gay a la "Fiesta Monarca", no generalices...